cuando ya no pudo mantenerse
en pie
se resquebrajó
también
la mesa familiar.
cada uno intentó combatir
el insomnio.
yo busqué
la hierba más pequeña del matorral.
empujé allí mis huesos.
me acosté
y me di cuenta que tampoco
había lugar
para
todos.
© Susana Zazzetti
Me gustó mucho la imagen de la mesa como símbolo de comunión, la unidad en una familia. Y ese desdoblamiento "empujé allí mis huesos". Genial. Abrazo
ResponderEliminarGran oficio, siempre pulcra Susana. Alfredo Lemon
ResponderEliminarInmensa Susana 🌹
ResponderEliminarHermoso poema sobre la desollación, el desamparo, la orfandad.
ResponderEliminarEsa orfandad, como dice Antonio, tal presente en tu honda poesía. Gracias, Su. Fabiana León
ResponderEliminarQué tremendo poema, Susana. Tan real que duele.
ResponderEliminarAbrazo grande,
Alicia Márquez
Bellísimo y terrible a la vez! Gracias por conmover! Jime Cano
ResponderEliminarConmovedor tu poema querida Susana
ResponderEliminarLeonor Mauvecin
Conmueve cada letra, pensamos en nuestra propia mesa y el paso del tiempo.
ResponderEliminarMe encantó el poema, gracias Susana
Qué bello poema fuerte!!
ResponderEliminar