No me dejes entonces nunca a solas
con mi desconocida:
no me dejes conmigo
Olga Orozco
¿Quién es, esa desconocida
que viene a golpear a
la puerta?
Que perturba fantasmas
y despierta los pájaros que duermen
y suelta los murciélagos en la noche de luna
y vuelve su rostro
sobre ese espejo
escondido.
En ese espejo
escondido:
qué buscas desconocida
qué buscas.
Deja caer tus cartas sobre la mesa
y mira:
¿Es allí
el sitio de la dicha?
¿Es allí el sitio de la dicha?
La desconocida soy yo.
Alguien lo dijo:
la
desconocida soy yo.
Robo del espejo la imagen
que me mira
-¿Soy acaso esa
muñeca?
- muñeca rusa-
y cada mujer que me contiene
¿guarda otra?-
¿Cada mujer que me contiene
guarda,
otra?
Diles a esas mujeres
que me viven
que me dejen.
Diles que no golpeen en la puerta cerrada.
Diles
que la lámpara
contiene el aceite de las plumas del pájaro
que duerme en la casa.
© Leonor Mauvecin
Me encantó este poema, Leonor. Increíble el juego de espejos, de intertexto, de imágenesy el remate, impresionante! "aceite de plumas de pájaro..." Abrazo!
ResponderEliminarQué inmensa poeta que sos querida amiga!
ResponderEliminarSonia Rabinovich
Hondura y belleza de poema. Felicitaciones!! Beatriz Schaefer Peña
ResponderEliminarBelleza tu poema, Leo querida. Fabiana León
ResponderEliminarBuen poema. Eternos desconocidos seremos para nosotros mismos. Pauli.
ResponderEliminarBelleza, siempre al leerte.
ResponderEliminarPreciosa poesía Leo
Hermoso poema. NORA
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