MADERA DE NARANJO
Ayer en el Hospital de Clínicas me vi como un aprendiz
Pero nadie enseña el oficio de ser viejo
hay que aprender un libreto que no está escrito
colocarse la máscara de las arrugas
y hacer la fila
siguiendo las órdenes rituales de la iniciación
Fui solo al Clínicas a empezar mi tratamiento
aunque no todos los viejos van solos
unos conmueven con su
mujer colgada del brazo
abriendo las bolsitas de plástico
otros dan pena, siguiendo las órdenes de su mujer:
quedate ahí, escuchá bien el número del turno, no te dije
que
Yo voy solo
El azúcar me va haciendo amarga la sangre
Entonces recordé aquel naranjo en el patio de mi abuela
tantas dulces naranjas
y ahora se iba secando
ramas sin hojas tronco leñoso
y mi abuelo
que ya está viendo
la madera
Con nostalgia de naranjas de sombra
de mateadas fragantes
-pensativo -
le dice al árbol
qué lindo cabo de hacha voy a hacer
© Ramón Altamirano
bellisimo poema, dura etapa, no tuve patio ni iarbol en casa sí un dulce de naranjas, que te salva
ResponderEliminarnadie enseña el oficio de ser viejo, gran poema Ramón
ResponderEliminarTu poema es tan feroz como, de repente, darse cuenta de que la vejez es eso. Una cola esperando.
ResponderEliminarAbrazo grande,
Alicia Márquez
Muy fuerte poema, pero a la vez nostagico
ResponderEliminarNostálgico poema que acierta en su relato. Gracias Ramón. Alfredo Lemon
ResponderEliminargrandísimo poema. duele. pero me dejaste un bello aromma a naranjos. susana zazzwetti.
ResponderEliminarPROFUNDO y real, deja pensando.
ResponderEliminarsaludos.
Anahí Duzevich BezoZ