Al volver, marchando con las madres,
ibas reconociendo a tus amigos en cada foto.
Memoria
Cruzo la autopista con una gacela sobre mis hombros.
Es extraño que esté haciendo esto.
La gacela está muerta, pero lleva aún los ojos abiertos.
Está tan oscuro y puede ver tanto.
Puede ver que la memoria es un león que anda suelto,
y que yo he prometido ser lo que no soy.
Prometí ser su hambre.
Delante nuestro, los autos braman
con su veloces acoplados.
La memoria lenta, los olvidos rápidos
y la belleza suspendida de la gacela que se despierta.
Sopla de su cuerpo el perfume glandular de mis fotos
y mis cajones.
Pero el león que ha cruzado a la banquina no la querrá a
ella.
Me querrá a mí.
Y querré gritar, pero sé que mi grito
traerá un buitre que me mirará en un punto fijo.
El temible punto fijo del tiempo.
Y así, con ese bramante rugido de lo que elegimos
recordé lo que no quería recordar.
Recordé nuestra inocencia.
© Blanca Lema
Muy bueno!
ResponderEliminarexcelente ese final, hay que sostener la memoria en estos tiempos y siempre
ResponderEliminarAy, la tremenda fragilidad. La nuestra, cruzando avenidas de incertidumbres.
ResponderEliminarGran poema.
Abrazo grande,
Alicia Márquez
Excelente
ResponderEliminarQue la memoria sea la resistencia en tiempos de oscuridad.
ResponderEliminarRecordamos nuestra inocencia... Bravo Blanca, gracias! Alfredo Lemon
Que intereaante poema, muy original la manera de abordar la tematica
ResponderEliminarGladys Cepeda