CELEBRACIONES
Cada mujer
según la escultura de su talle
el terciopelo de sus ojos
y el balanceo de sus formas más sabrosas
está sujeta a infinitas celebraciones.
Cada porción de su universo
necesita de circuitos inevitables:
transgredirlos es una regla de oro.
Cada cabellera reclama las manos
que deshilvanen más lentos sus misterios.
Cada una es reina de una tensión
proporcional al vaivén de sus caderas.
En fin
toda mujer
es un interminable paraíso
cambiante
como las manzanas que se pudren
cuando no las amamos.
© Marcelo Fagiano
bello poema
ResponderEliminarMuchas gracias!
ResponderEliminarMarcelo
Bellísimo poema, Marcelo. Cuánto puede una ver, en cada línea. Me encantó.
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