LA NAVE
Porque nave fui,
soy,
marcando surcos a la ágil fantasía,
al dolor fiel que arraiga.
Un sabor frío
atraviesa mi
estómago, siembra de la vida.
Han muerto mis remos,
otros
mares.
Otros mundos ya no existen.
No basta azotar a los sueños,
no basta rugir otros soles;
los trozos se construyen arriesgados en el tiempo.
Solamente hay que esperar la blandura
de las cosas que se debilitan.
Nave enloquecida como león de universo
sangran tus mares un camino distinto de eternidad.
No se trata de vencer la tierra
clavando los ojos que más tarde morirían.
¡Hunde la línea roja… trágico universo!,
siempre hay rincones que poco a poco se abren,
allí será fácil que la nave encuentre ese mundo
central, único, todo amarillo.
Sí, fácil será,
porque siempre
albañiles están construyendo.
Infinito sobre infinito
marcha el hombre detrás del crepúsculo
preguntando ¿es hora de la muerte?
Desmesurada estrella cuya carne
absorbe el dolor de la atmósfera perdida,
¿qué has hecho que no has agotado morir,
en el silencio de la nada,
que rompe los muros de su noche desierta?
Atravesando el mundo,
el corazón se ha hecho astro en la inmensa distancia
que separa la misteriosa incertidumbre.
Sí, fácil será,
porque siempre albañiles están construyendo.
© Adelina Lo Bue S.
Siempre los albañiles construyen sobre las tristezas y las incertidumbres.
ResponderEliminarBello poema.
Un abrazo,
Alicia Márquez
Bello poema!
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