Fabla viril
Pasolini me ha hecho leer y yo lo quiero
como al padre que nos señalaba la página perfecta
los canales venecianos y el capitel corintio
la belleza de la rama de glicinas
que cae sobre el muro y evocamos
una mañana neblinosa al ir a clase
sin saber la lección
las manos ateridas y los pies mudos
sobre las baldosas húmedas, desparejas.
Me hace leer Pasolini esa página
y yo le agradezco en silencio
acompañado por su sombra
y su mirada de padre que no quiso ser patrón
pero voló por olímpicas alturas.
Me contagia un ensalmo envolvente
para soportar el recuerdo
de aquellas mañanas impiadosas
y los atardeceres turbios
de regreso a la casa del amor arrinconado.
Y Pasolini no estaba todavía
para decirme: muchacho,
esto pasará, ya tendrás
tus horas de sueño y de vigilia ensoñada,
aguanta el invierno de la infancia,
yo te miro y a mi modo te cuido.
Y aunque no lo dijera aún
yo oía su voz en otras bocas,
en el aire adverso
se abría un canal amistoso
con el piano que me devolvía
una paz ignorada,
rescoldo que siento en mi pecho
tantos años después.
© Raúl Orlando Artola
Pasolini te ha guiado (y vos al lector con tu poema) a una zona donde la belleza del sueño y la vigilia se entrelazan en palabras y sentires plenos. Gracias! Alfredo Lemon
ResponderEliminarInmnesa tu voz siempre, poeta. ♥️🦋
ResponderEliminarME CONTAGIA ESTE POEMA!
ResponderEliminarSaludos.
Anahí Duzevich Bezoz
Qué hermoso poema Raúl!
ResponderEliminarOh! Hermoso!
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