CUANDO TE LLAME
Oh Señor, apaga de mi corazón
esta quemadura.
Que la fuerza de mi espíritu
tuerza el cuello del toro
hasta que su boca gotee a la sombra
el abismo de la sangre.
Ah Silencioso, avanza con tu ejército,
rodea las murallas,
rompe las piedras en las manos del enemigo.
Cuando yo te llame, háblame,
dedícame tus palabras,
olvida todos mis pecados,
haber estado solo
y esperar ver en los otros los caminos
que me llevan hasta mí.
Oh Señor, no maldigas mi raza
si averiguo demasiado,
sólo sé estar en tu silencio,
hundido en preguntas,
amansado por el freno ardiente,
rota mi boca, rota mi lengua,
ampollada de tanto tironear lo impuro.
Oh Silencioso, ya no preguntaré,
rodearé de miradas la espesura de la sombra,
abriré un camino,
iré esparciendo mis pedazos,
las escamas de la luna
volarán en las crecientes del río,
abriré un camino
hasta el niño que me espera.
Oh Señor, este que ves aquí, arrodillado,
este soy:
golpeo las manos
sobre la corteza del alma.
© Aníbal Costilla
La fuerza de tu poema, una plegaria eleva... Alfredo Lemon
ResponderEliminarBuen poema, excelente final.
ResponderEliminarPauli
Muy bella y profunda tu poesía, querido y admirado Aníbal Costilla. Un abrazo. Otro para Gus. Y felicitaciones. Elena S. Eyheremendy
ResponderEliminarProfundo poema.Felicitaciones.Patricia Graziadei
ResponderEliminarPotente, Aníbal
ResponderEliminarMuchas gracias, queridos amigos. Un abrazo grande.
ResponderEliminarAníbal Costilla