Todo lo que bajaba en la palabra Adán me pertenece
como el primer paseo de hombre por un bosque
en la primera noche de verano. Mira el cielo estrellado,
el vidrio roto, piensa, cómo se fue mezclando uno en todo.
Me tomo el té, callado, primera vez que alguno toma
té. Unas nubes deshechas avanzan diligentes,
se enganchan en las ramas, los techos puntiagudos,
llenando de humedades transparentes, este símil edén.
Las copas de los árboles se alzan, como queriendo abrirse
a luces adivinas. Las casas, su luz atravesando las hojas
de las ramas, cada una es la forma que desciende
de la palabra Adán.
Cuando la oscuridad me apaña por lo bajo
el cielo se descubre: una explosión de esquirlas que
titilan heladas. Me veo en las sandalias que siguen sin
orgullo
por la calle de arena. Son las pisadas viejas de
algo nuevo. Acaban de salir a la existencia por el mismo
agujero donde sale todo. Todavía no hay bosque, pueblo
costero, nada, siquiera parecido a un pedestal.
© Mario Nosotti
Bienvenido Mario a éste sitio que pretende difundir a poetas contemporáneos/as. Diagramado el poema lo mejor que blogger me deja. Abz, Gus.
ResponderEliminarMuy bueno Mario Nosotti! Bienvenido!
ResponderEliminarEn el pensamiento...las imágenes son testigos. Bienvenido!
ResponderEliminarBienvenido poeta. Aquí estaremos siempre leyendo tu voz poética. Hermoso y singular poema. ♥️🦋
ResponderEliminarQué poema tan precioso de nuestro origen, bienvenido Mario Nosotti !!!
ResponderEliminarBienvenido Mario, saludo desde Córdoba, Alfredo Lemon
ResponderEliminarImpecable poema, un placer leerte. Gracias, Irene.
ResponderEliminarBienvenido Mario! Gracias por tu palabra! Abrazos litorales!
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