Y en el afán
de no encontrarte
piedra o vacío,
Ay corazón,
nadas
ejerces el verbo
del aire y el agua.
Tomas la forma del día,
levantas tu fragilidad,
abres los huesos
aferrados al susto.
El tiempo cae, incesante.
Abre la boca al cielo,
bébelo todo,
abrígate la sangre,
hay un adentro.
El dolor es una lámpara.
Detente en la luz.
Descansa.
© María Negro
Ejerces el verbo del aire y el agua...tan bello poema. Gracias, María. Fabiana León
ResponderEliminarHermoso poema!
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