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9/8/24

Poema de Eugenia Cabral

 

 

RUEDA la moneda.

El color de la plata desgastada es bello y es muerto.

 

Las mesas del café son circulares.

La conversación circula por ellas.

 

Cada parroquiano deja una moneda junto al plato

y guarda el saquito sobrante de azúcar en el bolsillo.

 

Las monedas ruedan al suelo.

El mozo las levanta y las coloca de canto entre los nudillos.

 

El mendigo toma la moneda de las manos de la solitaria

que escribe y allá, en la esquina, lo espera

la mendiga tonta y malhumorada que trasiega la vida

junto con él, moneda a moneda.

 

© Eugenia Cabral

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