El que no sabe adónde va
Fugan sus horas
en primarios segundos
sentado solo al fondo del espejo
lleva paquetes sin valor,
vaciados en regueros
que los bichos voraces adivinan.
Destinatario ausente
finge no escuchar la voz que clama,
la voz que desde lo profundo
carraspea bronca.
Calles deshabitadas,
inundaciones como espasmos
las ahogan.
Su reloj se detuvo,
neblinas invasoras establecer impiden
prioridad, cronologías.
¿Qué vaticinarán
clarividentes, brujos?
El panorama es desalentador,
se enseñorea el frío,
la negada paternidad de este presente.
¿Y qué debiera preguntar?
El fin del viaje se aproxima:
la ciudad ideal, iluminada.
El libro donde no encontrará esta frase:
“no te enamores nunca”.
Los otros le rehuyen
la mirada directa
o el contagio,
el mal omnipresente y expansivo.
Nadie lo espera,
nadie lo ha enviado
y una canción, una tonada,
la melodía ciega que no consigue abandonar,
que nada lava,
ronda, vuelve, brinca, retorna:
Al que no sabe adónde va
cualquier colectivo lo deja bien.
© Gerardo Lewin
👏👏👏👍
ResponderEliminarExcelente! Amalia M Abaria
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