Entonces mi padre
era dueño del río
y yo era
el viento que lo despeinaba
el silbido de los pájaros
el sol de la mañana
yo era el campo verde
y los árboles que le daban sombra
era el silencio y la risa
los peces los sapos
con los que jugaba
desde entonces
que el río es suyo
y me nombra
desde entonces sabe
que algún día me conocerá
© Elizabeth Molver
Qué belleza tu poema Elizabeth!
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