Con un tuareg me casaré _
Mi hombre y yo no
nos amamos, aún.
Ofreció
diez vacas santas,
cinco cabras negras
de balido elocuente
dos camellos y una cosecha
de dátiles secos.
Solamente acepté
de todo eso el beso
que abre las nupcias
y abre la boca
de los mudos.
Ahora, sí, soy de mi hombre
y mi hombre, mío, poeta, azúl.
Es lo que valgo.
Hija del maíz, crecí
como una gacela del Magreb,
los pies
buscando hilos de lluvia para tejer
caminos practicables
hacia los hermanos de mi madre
sus rostros secretos;
y fraguar senderos mudos bajo el desierto,
arroyo de las muchas lágrimas
añiles
álamo negro bajo la niebla mis pies
partían a la niebla venenosa
polvo de ángel caído
y mi pecho naciente, sol, ámbar de leche
derramaba el cielo, amamantando
a los bueyes
al Erídano
a los peces.
Todo eso, mi hombre lo sabe, todo
lo sabe porque
cuando amanezca
en silencio, se marchará de mi sangre
y nunca volverá
por los caminos del agua
sin el llamado de su nombre.
© Marline Louisedith Gousse
Oh Marline cuántas imágenes bellas...capullo del relato amoroso...
ResponderEliminarGracias!! Aura
Hermosor de amor añil Marline !!!
ResponderEliminarHermoso! Entre balidos elocuentes y dátiles quiero estar
ResponderEliminarHermoso! Entre balidos elocuentes y dátiles quiero estar
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