Poema de Ricardo Rojas Ayrala
Oratorio de la santa rabia que se va y vuelve y se va
“En la noche dichosa, / en secreto, que
nadie me veía,
ni yo miraba cosa, / sin otra luz y guía /
sino la que en el corazón ardía.”
San Juan de la Cruz
Viandante nulo, desacalambrate, ¡tontito
crepuscular!
y al rajarte de sopetón en algún amoroso y
trémulo
horizonte: imperdonable oveja grisácea en
la bruma.
Gozá ahora, mañana será tarde siempre.
Ah,
divina señora de la santa rabia que se va
y vuelve, y se va y vuelve.
***
Hórrido, desenchufá la motosierra y
estertoreá mirando
a los vencejos para jurar el bien, la cosa,
perjurar en la dicha
y jurar el mal, la tragedia popular, jurar
los simples engaños,
al entrar en las cataratas, en el borbotón,
en el puro miedo,
en la delación, en el amor más loco, la
pausa y en el olvido.
Puta vos y puto yo. Desenchufá la aurora.
Putos todos.
Ah,
divina señora de la santa rabia que se va
y vuelve, y se va y vuelve.
***
Las pasamanerías del infortunio cien por
ciento argentas
destensá, sin su broderí de ausencias,
prepotencias y penurias,
de carnes, de fiebres, de tener todo todo
todo que perder,
de la sed y de tener nada más que perder.
Como en Lhasa
amigos son tus hambres, tus dioses, tu
pérdidas y tus demonios.
Ah,
divina señora de la santa rabia que se va
y vuelve, y se va y vuelve.
***
A los bonachones pulidores de prismas
frecuentá,
en tal desastre, pues el enamoramiento
inconveniente
mide todas las cosas tan esmeradas,
soñadoras, falsas,
ridículas, siempre tarde, trascendentes y
aún más,
que se atisban apenas mirando en lo hondo
del abismo,
debajo, para los costados, en este flanco y
para arriba.
Ah,
divina señora de la santa rabia que se va
y vuelve, y se va y vuelve.
***
Bien, en otras ramas aciagas, el jilguerito
perspicaz
silba un haiku para las últimas, aquellas y
para las primeras,
mientras tenemos urgente sexo -tan
prohibido- con todas,
y con nadie, y no nos queda paciencia
general alguna
ni otro berenjenal, ni ninguna huida mejor
por los siete reinos
para defendernos después de la parsimonia,
del dolor,
de la lluvia, de la clausura de todos
nuestros derechos,
de los remordimientos y del rosario gordo
de tantas injusticias.
¿No lo ves? Oportuna es la vida, en la
calle, en la protesta.
Ah,
divina señora de la santa rabia que se va
y vuelve, y se va y vuelve.
***
Después, hospicianos en nuestras meras
plegarias,
en la eterna mutación de la materia, los
besos y las almas
por cada uno de estos abusos de poder, de
los gases, las balas
y los atropellos de cada día: la luz, la
manteca, el gas, el bondi
con místicos broncoespasmos para algún
perdón
-tan arbitrario como impensado- que jamás
sucede.
Reír, mirar las nueve nubes pasar y amar
¿qué más hay?
Ah,
divina señora de la santa rabia que se va
y vuelve, y se va y vuelve.
***
Ocasional, orilleá el porvenir como si tal
cosa,
lo neoliberal es la muerte, la sombra, la
miseria,
más allá de cada lobo que tensa su
fanatismo
al esconder sus deseos más inconfesables
con tontadas
poné el plexo solar enhiesto cortando el
rocío y esperá.
En los orgasmos, he ahí la bienaventuranza.
Ah,
divina señora de la santa rabia que se va
y vuelve, y se va y vuelve.
***
Desenfardá en este mismo momento tremendo
un infinito celeste y azul y rojo y verde
que nos contenga.
La persona que ama, ya deducís, es inmortal
mientras ama. Salíle a la tragedia, en lo
espontáneo,
a lo que vendrá. Salíle de una vez, dale.
Ah,
divina señora de la santa rabia que se va
y vuelve, y se va y vuelve.
© Ricardo Rojas Ayrala
Etiquetas: Ricardo Rojas Ayrala
2 comentarios:
Gran despliegue de imágenes y sentires que provocan y señalan realidades diversas y contundentes. Saltos y giros que nos inquietan porque se trata de párrafos potentes y definitivos. Muy bueno. Alfredo Lemon desde Córdoba
Que bueno que te guste querido Alfredo, un abrazo grande. Ricardo Rojas Ayrala
Publicar un comentario
Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]
<< Inicio