Decía el hombre: He venido a morir acá
donde cada pájaro me conoce. Y así fue,
murió a los pocos días. Miles de macucos
revolotearon
alrededor de su tumba y no sabemos
si lo llamaban o era un canto triste
de despedida
¿Existe acaso el adiós
en el mundo pajarero?
Surucuáes y tucanes de pecho verde
sobrevolaron el lugar, parecían flores
sus picos rojos ¿Por qué aparecen ahora
las campanitas que yo juntaba
en mis veranos cordobeses?
Salirme de aquellos días es despertar
de un sueño. Pájaros y flores velan
el descanso del hombre y de la niña.
© Celina Feuerstein
Es muy bonito tu poema lleno de pájaros Celina. Campo abierto. Poema lleno de alas.
ResponderEliminarUn recuerdo, casi una ensoñación, y el despliegue bello de los pájaros. Te abrazo.
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