Poema de Nora Coria
Perseo con cabeza de Medusa
(Con gratitud a Benvenuto Cellini,
1500-1571)
Perseo, hijo de Zeus y de la mortal Dánae,
no lleva la frente en alto.
En alto lleva el brazo izquierdo
y más alto la mano que sostiene la cabeza
que acaba de cortar.
Medusa ha muerto con los ojos entornados
y agonizan las serpientes-cabellera
aún así, sin correr peligro alguno,
Perseo, fuerza, juventud y belleza, no
lleva la frente en alto.
¿Dónde el valor del protegido por los
dioses?
¿En las aladas sandalias regaladas por
Hermes
o en el casco de Hades que lo vuelve
invisible?
Acaso en Harpes, la espada indestructible
que porta en la otra mano
o en el escudo-espejo obsequio de una
Atenea recelosa
que ansía poseer para ése la cabeza que
otrora plagó de sierpes
más la mirada que convirtió en terrible e
impiadosa.
Debería saber el joven del actuar de
Poseidón,
debería saber del pasado de la Gorgona.
El obediente ha cumplido la misión
¿Cómo serán sus ojos cuando se encuentren
con los de Andrómeda?
Sus pies descansan sobre el cuerpo inerte
de Medusa
aún así
Perseo, fuerza, juventud y belleza, no
lleva la frente en alto.
La bella, violada, castigada en monstruo,
ha sido asesinada.
Sangra su cuello sangre que da a luz…
Pegasus ya es destino
y en él volverá a ser Medusa la
original,
bella -y eterna- en la constelación del
hijo.
A su tiempo lo verá el joven y fuerte
Perseo
que ahora no lleva la frente en alto
que en alto erige el brazo izquierdo
y más alto sostiene la cabeza que acaba de
cortar.
Padre y madre de todos los mitos,
Justicia e Injusticia, han hecho lo suyo.
© Nora Coria
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