RIEGO
Es la hora
del riego,
Claudio
abre la canilla
que da al
jardín
donde
previamente colocó la manguera.
Cualquier
similitud con una culebra
consideresé
puro vicio poético,
ni hablar
de las connotaciones sexuales
que implica
regar las plantas,
comenzando
por el roble
de hojas
amarillas
erguido y
rígido como un pene de oro
o las
anchas caderas
del jazmín
paraguayo
embriagando
con aroma
de odalisca
mientras la
copa del fresno
besada por los pájaros
invita a
adorarlo.
No existe
jardín de las delicias
más dulce
que éste,
el de la
calle Bon,
ahora al
atardecer
cuando vos
y yo
regamos.
© Lydia Helander
Lydia que hermosura para hablar de la pasión y del deseo. ♥️🦋
ResponderEliminarPoema perfumado, dorado y melodioso. Abrazo, poeta.
ResponderEliminarPrecioso!!
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