Sólo
ceniza entre las manos.
Y palabras
que ardieron
como la hojarasca.
Sólo
los hambrientos vientos del otoño
y el desorientado perfil del fuego.
Sin embargo…Ahora
cuando las garzas
parecen la espuma del aire
y nada ha quedado ileso
entre los días
siento más profundos los cielos,
más resplandecientes las tardes.
Y en esta desnudez
creo, como la rosa
que es suyo el rocío.
© Alfredo Rescia
Muy bueno, gracias por tu poema
ResponderEliminarLeonor Mauvecin
¡¡Un placer leerte!
ResponderEliminarBuenisimo,saludos.
ResponderEliminarAnahi Duzevich Bezoz