Poema de Gabriel Francini
Un quieto infinito reluce un poco en la ventana.
Escucho lentamente la
fragilidad del canto
de un pájaro perdido como
yo.
De pronto, un eco se
quiebra
y del cielo cae todo el
mar, todo el cosmos
comprimido en esta lágrima.
Pasa la vida por un hueco
en la nada
y yo escribo el poema más
antiguo de la tierra,
el que me dice: Sol,
sal y mar de luz.
Pasa
el viento y es como un dolor
que
gritaría su sombra en la noche,
confundiéndola
hasta desvanecerla.
Desatado
de limbos acuáticos,
desconocido
por mi propia fe,
errabundo
vago entre silencios que son sed
y
se adhieren a lo descendido.
Noche
escondida en un punto
de
una línea ya borrada por un ala,
noche
encendida con flores transparentes.
La
sed, cadena rota, me libera de mí
cuando
cae todo el cielo sobre el tiempo
que
se adentra en lo irreal.
© Gabriel Francini
Etiquetas: Gabriel Francini
2 comentarios:
Maravillo poeta, muy bueno!!!
MUY BUENO !!
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