26/1/24

Poema de Darío Würtz Paiva

 


-La calma que pudo quedar.

 

 Llueve,

la lluvia se lleva la calma que pudo quedar.

La suave luz,

                  cayendo,

jugando con las sombras

sobre el hermoso cuerpo desnudo.

El jardín con sus verdes

entrando por la puerta,

es quien se avergüenza.

Una explosión de brillos y aromas

se vuelve la tarde.

Aroma de colchón  fatigado.

               Las mantas en el suelo.

               El hambre como una bendición.

Al llegar sigilosamente entre los árboles,

la noche los encuentra en encajados en un abrazo,

esforzándose por alcanzar el breve lapso de eternidad.

En donde se miente sobre el agua lo que no se dice;

lo que se dice no se cree

y es igual al rostro que porta la noche.       

Entonces,

otra vez el sol,

es la madrugada corriendo los velos.

La última magia,

en los ojos con sueño del desayuno.

El día se vuelve demasiado real,

lo que se ve es  y más.

Una alabanza despojada de temores.  

De esos instantes,

en una hora cualquiera,

en la que el sol entrecierra los ojos,

me deje arrastrar al río.

Me refugie en él,

sentado en su orilla,

me sentí ser el mismo vértigo de la hoja,

que desprendida del árbol cae al agua.

En este río desemboco,

este viento me cruza.

Abandonado de todo impulso,

me dejo transcurrir...

 

© Darío Würtz Paiva

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3 comentarios:

Blogger Gloria Calvo ha dicho...




Què buen poema Darío


Gloria Calvo

28 de enero de 2024, 8:16  
Blogger Hugo Echagüe ha dicho...

Hermoso transcurrir...

29 de enero de 2024, 8:13  
Blogger graciela barbero ha dicho...

Muy bello . Graciela Barbero

2 de febrero de 2024, 14:43  

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