el ausente
sobre la piel tendida de la tarde,
sobre el murmullo de los indolentes y
desatentos, que nada más
pasan,
sobre los párpados cerrados del ausente,
sobre el fino vello de sus manos
desplegadas en las rodillas,
sobre las mejillas entibiadas por el tenue
sol que las ilumina,
aire
soplo de la vida, fresco silencio en la
calma engañosa del perdido en sí,
pausa entre tormentas,
reencuentro con la propia respiración,
la identidad a partir del propio ritmo,
ceremonia silenciosa del sentido que
vuelve,
el ausente respira
una pequeña paz, un breve descanso,
pausa entre tormentas,
ensimismado en su jardín incesante,
allí, en el cerebro, donde transcurre
intacto
como era entonces,
escurridiza memoria del deseo más bello,
jardín mecido como nosotros
por este aire
venido de una región que creíamos muerta,
vuelve,
calma perdida, pulso incesante,
y despiértanos
promesas, entusiasmos,
certeza de la próxima mañana,
aire
déjame respirarte
bajo el cielo enrojecido del día que huye,
hacia el oeste del parque, hacia el oeste
de la ciudad,
hacia el fin del mundo.
© Carlos Aprea
Muy bueno con todas sus imágenes Carlos. Además de justo el final. Gracias! Alfredo Lemon desde Córdoba
ResponderEliminarHermosas imágenes! Belleza y profundidad confluyen aquí. Abrazo. Silvia
ResponderEliminarBello como ese airecito que nos refresca el alma.
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