Como la idéntica migración
de estrellas húmedas en la boca
este vacío contrapunto
del cuerpo y de las señas
del otoño en marcha
como un pasadizo entre dos obscuridades
donde cabe la lengua del colibrí
que lo mismo le da agitar sus alas
sobre el desierto de los trashumantes
que sobre los lapachos del edén
como las canciones que vienen de la montaña
con hombres pálidos detrás
de los ojos del ciervo conjetural
bestia incompleta para lamer el silencio
para devolver la redondez a la tierra
como un extraño canto que necesito oír
como un necesario llamado
al tigre en el infinito
de islas que te alumbran la cara
con una estrella de pájaros encandilados.
© Ariel Ovando
Excelente, muy bueno. Gracias, Irene.
ResponderEliminarMuchas gracias Irene: te aseguro que tiene sus buenos meses dando vueltas.
ResponderEliminarHermoso trabajo querido Ariel! Tantas y buenas imágenes! Abrazo grande
ResponderEliminarGran poema, Ariel.
ResponderEliminarGracias Irene! Supongo que también éste poema ha de encontrar su forma definitiva. Abrazo (Ariel O.)
ResponderEliminarAh, me encantó.
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