Poema de Alfredo Lemon

 

 

Cotillón de la barbarie

Té y melancolía en una tarde de enero con lluvia

(Suena muy Giannuzzi pero es así)

 

Son horas heridas que habrá que suturar

Afinar para oír lo que no se dice

Abrir el ojo cíclope para ver lo que se viene

 

Quisiera obviar la reflexión moral

o retraer el contexto en que vive el país

pero eso también nutre la raíz conceptual de mi discurso

 

Vivo abierto a mi época al nombrar

(Algún crítico lo señaló)

 

En cada vuelta del mundo se estremece la muerte

El ser vuelve sobre sí al origen

La carne muerde la realidad

El cuerpo es soberano y habita un templo

o una tumba

 

La brevedad es rotunda y esplendente

Un traspié, un accidente, un infarto, un alzheimer

Cualquier tragedia hecha a perder todo

 

¿Cuándo se está en un comienzo?

¡Cuándo se está en un final?

 

No irán a un cajón de basura los derechos humanos

No violarán nuestros deseos

 

El alma sin edad pide fuerza para rezar

Nos hace falta fe

Resistencia y resiliencia

 

¡Fervor, por favor!

 

Pero: ¿Cómo se escribe/describe esta instancia?

¿Qué deberíamos contar y atestiguar?

 

El domador acaricia los lebreles del infierno

Somos comparsas en la calle del agujero en la media

 

Dicen que el mal es fruto de la ignorancia

El amor es inevitable o no será

La verdad, la belleza y la justicia

moran en los cielos azules de Platón

 

Vendrán meses ansiosos ateos

apocalípticos y solos

 

No somos moscas cautivas bajo una campana de vidrio

Ilusión: ¿te irás para no volver?

 

Recuerdo como un flash el tiempo de pandemia

La literatura puede ayudar a entender los desaguisados 

Allí cada autor esconde su vulnerabilidad

El destino avanza y la historia es arrasada

Tampoco hay tanta inteligencia deambulando la web   

 

Ya termina el día y el viento bufa

Aún no se abren los umbrales del reino

No comerán juntos el lobo y el cordero

 

Que las palabras desperdigadas

no sean desperdicios

 

Un borracho vomita al salir de una cantina

Un mendigo duerme en una iglesia cerrada

 

© Alfredo Lemon