LA BARBARIE EMPIEZA EN CASA.
No por poder, sino placer de destruir
lo que allí estaba, algo
perforó eso que construye la confianza,
y nada pudo hacerse para salvar lo
edificado.
Igual que una tormenta los rayos
dando luz a la caída.
Hecha añicos la loza en la cocina
documenta un estado
de recíproca locura.
Los niños a hurtadillas
miran la película, y regresan
a su estado natural de falsa inocencia.
Los niños también saben jugar
con las heridas que deja el placer.
© Patricio Emilio
Torne
Siempre contundente tu decir Patricio. Alfredo Lemon
ResponderEliminarcuando hubo placer en perforar la confianza, nada se salva de lo edificado. Los niños siguen jugando pero la loza hecha añicos no se olvida. Es una herida para siempre.
ResponderEliminar