Cuando se va,
campo adentro,
uno reconoce las formas que huyen
por el pastizal.
Los perros ladran.
Y el pantano reseco
(como una piel sedienta)
cruje bajo mis pies.
Cuando se vuelve es lo mismo.
Pero, a lo lejos,
los refucilos traicionan la oscuridad.
El silencio se quiebra
en la orfandad del mundo
y la lluvia acaricia como una madre.
© José Luis Frasinetti
Muy buena y exacta tu descripción José Luis. Alfredo Lemon
ResponderEliminarBelleza en estado puro. Gracias. Abrazos litorales!
ResponderEliminarQué belleza Frazzineti esa pampa, tan exacta, tan perfecta, tan dolotosa que describis tan bien! Felicidades
ResponderEliminarBellísimo... me hace acordar tanto a esos andares infinitos por la laguna de mis pagos... sobre todo cuando oscurecía... la hora más hermosa...
ResponderEliminargracias por ese refucilo y por esa lluvia que acaricia como una madre.
ResponderEliminarbellísimas imágenes
claudia