Volvió a nevar, a la noche,
no mucho y amaneció soleado.
Me hablaron de un parque,
no muy lejos, que tiene
alrededor de doscientos cerezos.
¿Podés imaginar eso?
¿Doscientos? No creo
que estén en flor antes
de que me vaya, eso
sería una fiesta.
Hoy voy a sentarme
frente a ellos, no para describirlos,
sino para llevarme
conmigo, como un tesoro,
su promesa.
© Horacio Maez
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