FURIAS
La noche calmó el océano
un ángel durmió sobre nosotros.
Los lazos del día llegaron con sus barcas
y
corrí para vencer el tiempo.
Cuando el recuerdo me anunció
tu intimidad de volcán en furias
para huir como remolino
detrás de las palabras, ya era tarde,
el sol empujaba
hacia el límite del día
un torbellino buscando mezclar la herida
casi morada y oceánica.
Una
luciérnaga late
mirando sin mirar el horizonte,
la misma sangre,
el mismo dios
que hecho hombre
no vuelve, ni respira.
© Ernesto Rojas
Querido Ernesto, intuyo que debajo de esa narración existe un universo de revelaciones expresadas en bellas imágenes que nos obligan a releer el poema hasta encontrar esa "luciérnaga que late". Bello!
ResponderEliminarAbrazo grande, amigo!
Belleza, gracias Ernesto. Irene.
ResponderEliminarqué bonito poema Ernesto, qué dulce, delicada letras. FELICIRACIONES. Sebastián Jorgi. CaRIÑOS A LAS AMIGAS de mi Tucumán querido. Sebastian Jorgi
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