Texto de Nicolás Aused
Las llamas te devoraban mujer, qué envidia. Salías del fondo de mis pupilas, eras ceniza de un incendio voraz y yo me hubiese revolcado feliz en tu tierra yerma, humeante. Eras un corazón y yo una jaula vacía.
© Nicolás Aused
Etiquetas: Nicolás Aused
5 comentarios:
tremendo mensaje. bellísimo. susana zazzetti
Gracias! abrazo!
Muy interesante poema muy expresivo, con imagenes muy bien realizadas
Saludos Soy Gladys Cepeda
Golpe directo. Tremendamente bello
breve y contundente. Qué intensidad.
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