¿Tienen valor las cosas que no arden?
Las estrellas arden;
los muertos arden;
los porros arden;
las pieles arden;
la poesía arde;
las vaginas
arden;
los
huevos fritos arden;
las revoluciones arden.
Arde Troya; arde papi; arden los
cicatrizantes;
la memoria, las miradas; la 12; los
sentimientos;
la acidez; el arte, las brujas y los
motores
cuando pierden el líquido
refrigerante.
La verdad que ya no me interesa el fuego
ardiendo,
sino el silencio que pide
auxilio:
todo lo que arde no tiene
precio;
el valor es el
miedo
a
las cosas que se apagan.
© Silvio Bilbao
Potente poema Silvio. Su armado, su estructura palpitante y precisa. Y muy buena la ilustración de Gustavo. Alfredo Lemon
ResponderEliminarufff, tremendo, Silvio.
ResponderEliminarEl final arde.
saludos
claudia tejeda