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20/9/23

Poema de Celina Feuerstein

 


No hay, no queda ni esa esquina ni la playa

pequeña con sus rocas. El sol naranja

marcaba el camino cuando ya casi

llegábamos. En su lugar nubarrones grises y

 

una lluvia que enturbia mis recuerdos. Ellos guardan

ese amor ahora sucio y desteñido como

los charcos en la calle. Con rabia

 

bajo del auto y los piso. Una tormenta acompaña

esa danza furiosa. Líbreme esta ceremonia

de los restos amorosos y me sea dado

continuar el viaje.

 

© Celina Feuerstein

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