También aquí Dios concede que no falte el enigma de vivir
Fernando Pessoa como Bernardo Soares
Silencio, sigilo, templanza
pulcritud de cazador
en el recinto
donde otras mujeres
lavaban con mi madre
sus antiguas congojas.
Vienen las lágrimas al ojo
por un costado inadvertido
como igual sube el frescor
del agua de esta fuente
que con llanto
y de improviso
me
redimen.
Una mirada distante
me clava
me calza
me parte para abrirme
en dos albores.
No sabremos cuando logrará emerger
en alguna impensada superficie
ni con cual de nuestros rostros
podrá una imagen
o un relato
revelarnos.
El origen de la pena
es un hueco
donde no pueden
sumergirse las razones.
Tampoco el tiempo puede allí
delinear
un
horizonte
solo el pecho procura
desatar sus redes
para que el aire encuentre
su salida.
© María Lanese
"no pueden sumergirse las razones..." poeta hermosa gracias por esto
ResponderEliminarEmocionante! Gracias! Alfredo Lemon
ResponderEliminarExtraordinaria belleza,gracias por eso. Gina Escobar
ResponderEliminarSólo el pecho procura desatar sus redes ... muy bello en el dolor
ResponderEliminarSonia Rabinovich
Que fuerte poema hermoso!
ResponderEliminar