El guardafaro
A Marie Claude y Jane,
que alguna vez quisieron alcanzar un faro
Los faros siempre están allá lejos, entre
los dos cielos.
enhiestos como una bandera o parpadeantes
como una luciérnaga,
de acuerdo al color del día con que se los
mire.
Los faros siempre están allá lejos, entre
los dos cielos.
La oscuridad los odia al igual que los
acantilados
pues los faros les privan de carne de
naufragios,
de cofres de talentos en el vientre del
mar.
Los faros siempre están allá lejos, entre
los dos cielos
y no es posible llegar a ellos por el agua
o la tierra.
Por el agua, pues no son un puerto, demás
está decirlo,
solo faros
en la punta de filas ensenadas.
Por la tierra, pues no son un destino, esto
sí hay que decirlo,
solo faros
en el fondo de lenguas de arenisca.
Ya lo dije, los faros siempre están allá
lejos,
entre los dos cielos
y no es posible llegar a ellos por el agua
o la tierra.
¿Será imposible entonces atracar en un
faro, arribar a sus luces?
El custodio del faro cercano a mi ventana
sabe llegar a él tranquilamente
pues es hombre sencillo y conoce el
secreto.
—A los faros se arriba por el aire,
sentencia, reposado, recargando la pipa,
mientras sus pies comienzan a elevarse
r
e
d
n
e
c
s
a a
con el humo
y yo lo veo cada vez más pequeño,
más diminuto
confundirse con un punto del faro
con un punto del cielo
con el cielo
con el faro
allá lejos
donde siempre están los faros
entre las dos aguas
entre los dos cielos.
© Gabriel Chávez Casazola
qué belleza de imagenes este poema!!
ResponderEliminarQué bueno! Quién no quisiera llegar/ alcanzarse en esos faros! Alfredo Lemon desde Córdoba Argentina
ResponderEliminarEl faro hecho belleza. Gina Escobar
ResponderEliminar