Cada tanto pienso
en mí
y en muchas otras mujeres
que pasaron los 60 o están cerca o un poco
hacia allá
vestidas de nenas modelos posando para la
cámara convencidas (todos los
posibles a esta edad)
trajinando con
lo que ya no
inevitable
entonces
aparece la madre de un cuento de Cheever:
mire a esa vieja loca dice alguien
mientras el protagonista sigue los
revoloteos de su madre
patinando en la pista de hielo del Rockefeller
Center
ataviada con un traje de terciopelo rojo
con falda corta
El ángel del puente se llama el cuento
y es una genialidad
El hijo logra – epifanía final- superar el
miedo de cruzar puentes:
la misericordia es una niña con un violín
y canto
en el último párrafo anota
que su hermano sigue teniendo miedo a los
ascensores
que su madre sigue girando -aunque sin
elasticidad-
en alguna pista de patinaje y
que le gustaría estar convencido
de obtener siempre ayuda en los momentos
difíciles
quizás deba aplicarme a leerlo y releerlo
para entender/ me/
cuando
me pongo/ se ponen/ nos ponemos un
sombrerete picudo/
un body-cat/ una lata de mermelada
en la cabeza
mucho rouge
debajo de los labios
y cerramos los ojos
ante los espejos
siempre (aunque no lo solicitemos)
debería un ángel sobrevolar
sobre nosotras.
© Inés Legarreta
Excelente Inés. Saludo desde Córdoba, Alfredo Lemon
ResponderEliminarGracias y abrazo, Alfredo. Inés
ResponderEliminar¡Buenísimo, Inés!
ResponderEliminarGracias, Pauli. Abrazo
ResponderEliminarBravo Inés. Sorprendente.
ResponderEliminarStella Maris Soria