La caja de las cosas
Mirar el cielo es como dejar abierta un rato
la caja de las cosas y llorar agarrándonos un dedo que apretamos muy fuerte, de
los nervios, porque pasó algo que siempre supimos que si pasaba íbamos a llorar
pero pensamos que nunca iba a pasar. Y nos habíamos acostumbrado. Entonces hay
asombro y nos mojamos y mordemos, también, el borde izquierdo de las cosas,
porque vimos un pájaro. No sé cómo será ser pájaro pero me lo imagino. No tener
piernas pero tener alas parece un trato justo. Y el pájaro acepta, porque sabe,
está científicamente comprobado que los pájaros saben, las palomas mensajeras
lo saben, los cuervos agoreros lo saben, las calandrias del campito de
enfrente, las cotorras en plaga, el mirlo pequeñito, el benteveo, los
aguiluchos y las águilas. Cuando los bosques ardan, sin piernas pero alas, van
a volar sobre la última pira, los pájaros, los pájaros. Cuando los bosques
ardan arderá el mismo bosque cada vez una y otra y adentro y afuera. Siempre es
el mismo bosque, dice el pájaro.
© Pola Gómez Codina
Bello bello Pola !!!
ResponderEliminartan hermoso, tan hermoso. Gracias, Irene.
ResponderEliminarLogrado, resonante, múltiple. Gracias Pola. Alfredo Lemon desde Córdoba
ResponderEliminarPrecioso, Pola. Suena entre música y angustia.
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