La loca
La loca al otro lado de la ventana,
paralizando el movimiento de los árboles,
su mano extendida sobre el mantel,
plana como el cielo, masticando la lengua
irregular de las paredes.
La loca está entre la taza y la azucarera,
sus piernas estudiando la longitud del
salto,
en fuga, a través de la cocina tropieza,
como si hubiera bajado a una atmósfera de
hielo
de tanto sostener las posibilidades de
mañana.
Esta noche llueve, pero la lluvia no
existe,
en el rostro de la loca
hay hojas muertas y arena para trazar
el camino que se abre
en aguas claras y profundas.
Analizar ayuda,
pero la idea de ser alguien para alguien
la toma de sorpresa y no funciona sin
palabra.
La loca dice que nunca estuvo enamorada.
Que es como una rueda bajando hacia el
estanque:
una mañana se duerme leyendo a Joyce
y la pregunta sobre lo que se desvanece.
Caer no es lo mismo que saltar.
Ella sonríe.
Escribe otro texto, una bendición que
perfora el calendario,
pequeñas muecas dentro de su propia
ensoñación.
A la una de la tarde piensa en un junio por
venir,
se enjuaga la cara y sale de su cuerpo
hacia esta hoja.
© Roxana María
Palacios
Bendita locura la de tus palabras que encienden la póesía! Alfredo Lemon desde Córdoba
ResponderEliminarLa locura de la poesía
ResponderEliminarLydia Helander
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