Alguien
pesará mi corazón
cuando se apague la noche sobre mí.
No tengo miedo:
como todos
existo entre el cielo y la tierra,
en una mano llevo la belleza,
en la otra mano cargo la crueldad.
Sin más que dar,
puedo decir
que aprendí los cuatro nombres del amor.
Aprendí
que el olvido no es más que una palabra
que queda muy bonita en los poemas.
Sufrí y amé,
en orden y en desorden.
He sido amada
como debe serlo una mujer.
Mi corazón,
sin más que dar,
es una piedra silenciosa.
Pero el hombre más hermoso del mundo sonrió
para mí.
© Mariana Finochietto
Qué buenos remates tienen los poemas de Mariana👏
ResponderEliminarSigo tu poesía Mariana porque tenés esa forma sencilla de decir lo profundo, decís las emociones subterráneas con mucha naturalidad. Bello este poema. Todo un autorretrato! Abrazo
ResponderEliminarTeremimigerez
Cómo siempre Mariana da en la tecla. Con profunda sencillez llega hasta el hueso.
ResponderEliminarEl balance de una vida: simple y contundente.
ResponderEliminar"en una mano llevo la belleza/ en la otra mano cargo la crueldad", una imagen que resume todo. Muy bueno