XIX. El sol
Yo soy el centro
de los ciclos del cosmos
donde el
tiempo
va trazando los rayos
en los que giran todos los mortales.
En mí convergen las correspondencias.
En mi diaria catábasis
despliego la belleza de cada despedida,
afirmo la certeza del reinicio.
Cuando andabas a tientas,
supiste que vendría a convocarte
a celebrar conmigo la alborada.
Hoy vengo a recibirte en mi carro dorado
porque ya has construido ese santuario
donde se reconocen los gemelos alquímicos.
Te has reconciliado con tu sombra,
has aceptado al otro que te habita.
Cuerpo y espíritu se funden
en este splendor solis.
No hay vestigio de duda ni de miedo.
Resplandece en el cenit tu inocencia.
Ha llegado el momento de cosecha y de gozo.
Invicto en el solsticio,
sobre el altar de Stonehenge
consagro el derrotero de tu sabiduría.
© Claudia Ferradas
Imagen enviada por la autora
Excelente poema luminoso Claudia. Que la inteligencia cósmica en su grado más elevado, su renacer y comenzar de nuevo nos sea propicio en el orden de las cosas del bien y la belleza. Celebración y bendiciones! Alfredo Lemon desde Córdoba
ResponderEliminarMuy bello, gracias, Irene.
ResponderEliminarMe encantó!
ResponderEliminarGracias Irene!
Alto vuelo tu poesía. Felicidades!!❤️❤️
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