ALBAÑILES
Llevan bostezo anaranjado.
Polvo de ladrillos acomodados en hileras.
bloques
enrojecidos de callos en las palmas
y cemento ungido con piel en cada fila.
Sobre las paredes, varios hombres,
Incrustan a los fantasmas del hambre,
rescatan la dentadura corroída de la
sonrisa de sus hijos,
rejuntan la discreta economía para una
cajita de tinto por las noches.
Edifican sueños de otros.
Lamen heridas hereditarias de sus huellas
digitales
cuencas de manos ancestrales y alfareras.
Los albañiles acariciaron
cada uno de los huecos primerizos del techo
de mi casa,
y los de la casa moribunda de la esquina;
cuajaron sus pecados levantando el umbral
abierto de la iglesia ,
y coagularon sus deseos en las columnas que
sostienen
una puertita en rojo del suburbio que se
abre
para las noches de los solos.
Y están esos muros avejentados,
la piel de sus paredes cayéndose a pedacito
Desnudez de décadas florecidas de historia
y humedades estancadas.
Y están las herméticas murallas de nuevos edificios
elevándose piso sobre piso con ventanas de
vidrios impecables
que arrebatan el vuelo de los pájaros,
rompiendo el horizonte de lo que era mi
pueblo.
Los albañiles
transpirarán inclusive bajo la tierra
besando el cemento mismo de sus tumbas.
Lo fraterno se estremece en su silencio
compartido
en la altura del tablón resistiendo las
piernas temblorosas
y en el asadito en la vereda, oficialmente
clandestino.
Son sacerdotes paganos
que bautizan a la cal mezclada con la
arena,
dejando que el agua unifique los tendones
que resistirán las estaciones de otros
hombres.
Cada construcción
lleva
la rajadura
tremenda
del olvido.
Candelaria Rojas Paz
ADN
Una palabra
me quema a larga distancia
sus restos de planeta azul
vuelan con el tizne negro de los tordos
la galaxia se expande pero mi pecho no
no se ilumina
está hecho con palabras de diccionario
y no sabe lo mismo que un poema
Las partículas de la atmósfera se apagan
el atardecer las arrastra
hacia las grietas de la tierra
pero por la noche fermentan
brota el miasma de la soledad
y yo, que no sé de enfermedades
ni de volcanes ni de vapores
levanto la cabeza
y me quedo mirando
el adn de las estrellas
Gabriela Rakovstky
Como no llevaba dinero para pagar el cruce
del río, Schumann depositó en la mano del
perplejo barquero su pañuelo de seda.
Matthias Henke
Por un pañuelo
blanco
de seda
pasaje a la otra orilla
en medio de la noche
entre las luces de la fiesta
No por monedas
Por un pañuelo
leve
en su seda
gravitando de sudores y lágrimas
el pasaje a la muerte
Asomado a la barca
mira su sombra
en la onda de su propio Leteo
-los
candiles se alejan –
Indómito
deseo
de alcanzarse
ay
Narciso enlutado
Arco de hiel
hace caída o salto
zambullida inclemente
del cuerpo
fundido en su reflejo
Barquero,
¿no
lo viste?
En el pañuelo blanco
de seda
iba su muerte
Isabel Vassallo
Gracias Tere y a tus poetas invitadas. Abz, Gus.
ResponderEliminarGracias a vos, Gus. Nos enseñas a ser generosos/as y a leernos entre nosotres
ResponderEliminarFELICITACIONES POR LOS BELLOS POEMAS!!
ResponderEliminarESPECIAL RECONOCIMIENTO A ISABEL VASALLO!!
Liliana Corredera
Excelente elección. Gracias..Graciela Barbero
ResponderEliminarPrecioso Isabel Vasallo. Me encantó ese viaje! Su de Iraola
ResponderEliminarHERMOSO POEMA ¡¡¡¡¡¡
ResponderEliminarFormidable el poema de Candelaria Rojas Paz,
ResponderEliminarque revaloriza el trabajo generalmente ignorado del albañil.
Formidable el poema de Candelaria Rojas Paz,
ResponderEliminarque revaloriza el trabajo generalmente ignorado del albañil.