Mirta Venezia comparte a Vonbonek/Saito/Solis-Ogarrio

 

 

Esa ausencia de mar

cuando tu corazón

se ha afincado con fuerza

en la tierra más firme

no está en mis pupilas

Recuerda mis ojos

Donde quiera que estés

sentirás en tu pecho

el continuo martillo

obstinado en tener lista

el arca para que te salves

si el mar de mis ojos

lograra escaparse

 

Fausto Vonbonek   

En este bar donde paso todas mis horas y transpiro

nadie me conoce

yo quisiera cocinarles una ofrenda, siempre ha sido la forma

de ofrecer mi cabeza

si la pudieran ver, es blanca como un pedazo de pan

de leche, pero no hay con qué

hacer

y una mujer sin cuchillo no puede mostrar

su corazón.

 

Malena Saito  

 

Coyoacán

 

La búsqueda era un movimiento de translación

de sílabas mayores y rasgos finos

jugábamos en áticos a los primeros encuentros:

la ventana abierta

tu cuerpo junto al mío

la conversación gutural de las palomas,

la tarde

que nos grabó su luz

en porciones delicadas.

 

El Coyote Flaco tuvo la misma factura

que el Palacio de Cortés,

confeccionado con las mismas piedras

de los escondites de pubertad

y de mi escuela,

(aunque con diferentes propósitos)

igual que las casas de Frida y Trotsky

y el Café del Convento.

 

Entre esas inmediaciones,

las hojas de los fresnos

crujen a nuestro paso;

el vertebrado con su penacho de plumas

bestia de belleza en actitud de ataque,

desaparece bajo la acuarela.

 

Poema de Claudia Solis-Ogarrio