EN EL OLEAJE DE LOS PARAÍSOS
Un canto rojo
desata los sueños de las granadas.
Acércate.
Que me taladre la
violencia de los brotes
en la largura de los días.
Guarda para mí el secreto efímero
de la tarde cuando llueve.
Deja atrás las marchitas hojas de la
tristeza
el rocío de un invierno que ya fue.
Despierta en el oleaje de los praísos en
flor
y en el fino polen que dormita en las
abejas.
Yo sé, vencerás el frío de las sombras
y una savia de esperanza será enramada
sobre los campos
en la alianza de los jóvenes y el sol.
Cómo no amarte
si hay un murmullo de aromas
recostado en el salitre de mis lágrimas.
Nilda Acosta
DIARIO DE VIAJE
"Permíteme un instante
un solo instante..."
De ti he partido, dolorosamente arrojada a
esta orilla
donde el tiempo es cadenas, límites y
asfixia.
Tú me iniciaste con signos inequívocos, la
ansiedad por la aurora,
la embriaguez de astros, el infinito
viaje...
Un ángel transparente es mascarón de proa
me indica con su espada la estrella polar.
Zarpé desde la infancia entre olas
sombrías,
mar de plomo y cenizas, huracanados
vientos,
laberínticos estrechos y arrecifes,
detenerse es morir...
Uni cielo tan alto, tan lejano,
tan gris, es un mar equivocado...
Inenarrables cantos de sirenas proclaman
las arenas cercanas.
Allí he anclado;
insólito, intangible, archipiélago en
brumas...
Allí tu rostro, sus manos,
la plaza, los árboles gigantes y los
duendes,
la música, esa música, siempre...
Potros de belfos libres huyen hacia el
amanecer
y en la playa otra vez el piano del
crepúsculo...
Pude quedar allí.
Es solo un espejismo.
Una isla de sol en la memoria.
Me amarraron al mástil y partí
aquel piano de ocaso rasgándome las sienes.
Guardo celosamente en la bitácora,
el fuego de aquella melodía y no obstante,
se expande,
corre libremente desde quilla a la popa.
Es la fuerza que impulsa este velamen.
Aquí desde el timón,
ya no importa si es noche sin estrellas.
Navegan junto a mí las dos constelaciones.
La certeza del rumbo me ilumina las manos y
las lágrimas.
Llegaré, no lo dudes.
He arrebatado el fuego de la música a los
dioses
/sangrientos
del crepúsculo
a la mágica comarca de la infancia
allí donde somos demiurgos de la luz.
Ya
no importan las tormentas,
ni los rumbos perdidos,
ni los naufragios.
Sé
como debo llegar.
Mi barca avanza intacta,
en la cubierta cantan ángeles marineros...
Entretanto,
permíteme, aunque fuese un instante, un
solo instante,
retornar a tu vientre,
respirar el aliento de mi origen,
reconocer tu sangre en mis arterias...
Y partiré otra vez, madre,
hacía la ruta cíclica del tiempo.
Stella Bernasconi
Gracias Marta y a tus poetas invitadas, Abz, Gus.
ResponderEliminarMuchas gracias Marta y a Gustavo, un honor para mí.
ResponderEliminarInmensos poemas. Gracias por visibilizar estas voces increíbles Marta. ❤️🦋 Graciela Ballesteros
ResponderEliminarMuy bueno leer a las autoras que trajistes Marta. Permiten observar la unión de lo invisible debajo de lo diverso. Muy preciso el cierre de Stella Bernasconi en su magnífico Diario de Viaje cuando escribe: "Y partiré otra vez, madre, hacia la ruta cíclica del tiempo". Formidables. Gracias, Alfredo Lemon desde Córdoba
ResponderEliminarMuy buenos poemas los de tus invitados!
ResponderEliminarGraciela Barbero
Gracias a todos y a mis publicadas, son dos poetas que admiro mucho. El honor ha sido mío.
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