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24/5/23

texto de Daniel Gayoso

 


DUERMEVELA 

 

  Entre las sábanas blancas y solas, te despiertas otro. Tanteas el metal de la forjada cabecera y vuelves sin nada en la mano borrosa. “Cabecera”, “mano” aún no son palabras; no hay luz para que las veas. Y entonces remedas torpemente: No tengo el mando de mi cabeza. Pero quién lo tiene. Buscas, luego, los cuerpos amados. Ah, sí. Sólo sábanas y espinas. Se aleja el vaso de la última gota, y tu ropa más fiel te aguarda lejos, en el frío y el pudor. Duerme, duerme. Hay más despertares antes de la luz.

 

© Daniel Gayoso

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