Me disculpo
no pude descoser mi piel
para soltar sus prisioneros al aire libre
ni pude hacerle botones de asombro
para esconder en él la comida de los
pájaros
la dejé tal como esta
un cactus preocupado
narra los cuentos a su grueso manto,
guarda los secretos de la noche
y sueña con su propia agua.
Me disculpo
ni, yo, pude perforar ventanas en mi cuerpo
para liberar los gritos tímidos
ni ellos se atrevieron a ponerse alas
para escapar de él
entonces lo dejé tal como está
una guillotina sin labios
confunde las caras
y olvida a su boca abierta
aterrorizada de mis pecados.
© Krasiah Al Awad
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