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26/5/23

Poema de Hugo Francisco Rivella

 

 

Estuve solo, Padre. Mi niñez era un barco con puertos circulares y un perfume a cedro en San José (¿Él, era mi otro padre?)

Yo jugaba a los cucos con mi sombra escondida. ¿Qué oración en mi boca para nombrar la rosa?  ¿El shama? ¿La ofrenda de mis manos en las calles soleadas de Nazaret y el mercado a las puertas de Jerusalén, los encantadores de serpientes, las semillas de trigo germinando en la lluvia y la danza mas dulce de la mujer de sándalo?

“Ahí tienes a tu Madre”¿Por qué frente a mis ojos que van turbios y solos?

 

Apiádate de mí. No repitas tu miedo en mi dolor.

 

Deja de escarbar en estos huesos que el viento va llevando.

 

© Hugo Francisco Rivella

2 comentarios:

  1. Poemazo! Tu voz reza y reclama desde las enseñanzas profundas del pastor de Galilea. El viento pisotea nuestros días con sus caballos salvajes... Te abrazo grande. Alfredo Lemon

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  2. Muy bueno!

    Susana Giraudo

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