Páginas

12/5/23

Poema de Daniel Rafalovich

 


El atardecer tiene una única,

difusa magia.

Mirar con disimulo

a través de las ventanas entreabiertas

y descubrir

alguien mirándose en un espejo oval

acomodándose el peinado o la pollera;

alguien balanceándose levemente

en un sillón hamaca,

sus ojos grises opacados de recuerdos

preguntándose si habrá mañana;

allá, un adolescente enceguecido

por los brillos cruzadas de las pantallas;

alguna desnudez, como una ráfaga;

un bebé llorando en brazos de su madre

a la luz débil, amarillenta de una lámpara

como en un relato de Zola.

Y alguien que soy yo

con mi dolor de cabeza y mis pies fríos

retrocediendo algunos años

y viéndome pasar por calle Francia

atisbando por ventanas entreabiertas.

 

© Daniel Rafalovich

3 comentarios: