Aprendí que para que me amen no hace falta
ser rosa de ningún jardín, que las margaritas son ilusas y sufren su designio
sobre amor, y que yo sólo
giro_soles de la mañana a la noche…
Aprendí que a los jazmines se los corta
enamorados y se los tira cuando se arrugan sus pétalos, aunque tengan su
perfume a eterno pimpollo por dentro, intacto…
Aprendí que las lavandas sólo las usan
porque calman, y perfuman a los sueños, aunque sean solitarios, sin amor…
Pero siempre supe que sin perfume y pequeña
en mi alma vive un nomeolvides que renace cada día, sin marchitarse, haciendo
cosquillas azules por dentro, con las que mis dedos y mi corazón hacen poesía,
con mi propio amor, y sin dejar de girar adorando mientras escribo, al sol…
Aprendí de las flores que todas son bellas,
en su forma y color, en su aroma, y eternas aunque se marchiten, son únicas e
irrepetibles, como nosotros, como el amor…
© María Gabriela
Micolaucich
Hermoso, Gaby. Cómo vos!!!
ResponderEliminarMuy bueno. Colorido y sorprendente. Alfredo Lemon
ResponderEliminarAgradecida por siempre Gustavo Tisocco, querido Poeta🙋🏼♀️😘
ResponderEliminarMuy lindo texto. Beso grande
ResponderEliminarHermoso María Gabriela!
ResponderEliminarPor suerte existen las flores y su poderoso consuelo.
ResponderEliminarHermoso Gaby.
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