EL LORITO
Dijo que me quería
como a un amigo.
Que él no era --y estaba seguro
de eso-- homosexual.
Yo tampoco, le dije.
A veces
soy un pajarito
cantando día y noche
junto a tu ventana.
Un pajarito de verdad
con plumas y todo.
El se reía, se reía.
Sentados en la mesa de un bar
horas y horas hablando
sin decir nada
en concreto. Cada palabra
un puente que iba
desde sus labios hasta los míos.
Un puente extático, subfluvial
que transportaba oscuros tesoros.
Ya en la cama, me dijo que él
nunca había hecho
algo
así.
Yo tampoco, le dije.
Nunca había estado con él
así, de esa forma, salvo en sueños,
y no es lo mismo.
El se reía, se reía.
Dulce y melancólico
fue nuestro amor.
El entraba y yo salía, o al revés.
La penetración entre dos
que no son
homosexuales
suele ser algo
de lo más imprevisible
y misterioso.
Se pierde el sueño, se pierde
la razón.
De cualquier forma
siempre estábamos entrando
o saliendo,
alborotados o muy ordenaditos,
de uno por vez.
El se reía, se reía.
Fumaba un cigarrillo
y miraba, muy concentrado, las estrellas.
¿No son hermosas? –me preguntaba.
Hermosas, le dije.
Sobre todo esa que está ahí, ¿la ves?
Si fuera una persona, me casaría con ella
ahora mismo.
--¿Y conmigo, te casarías?
Si fueras una estrella, sí,
pero no sos una estrella,
sos un muchacho de carne y hueso.
Un muchacho
extremadamente hermoso, es cierto,
pero un muchacho al fin.
Y yo no soy, no he sido nunca
como te dije, homosexual.
Tenés razón, yo tampoco.
Soy un lorito, eso sí, un lorito
que repite noche y día
lo mismo: Te quiero mucho
pero no soy, no soy, no soy…
Que lindo lorito, dije,
a medida que acariciaba
su cabeza rubia, roja
tornasolada
de arriba hasta abajo.
con plumas y todo.
Y él se reía, se reía.
Se reía todo el tiempo.
© Osvaldo Bossi
bellísimo el desarrollo tan interno de la idea. para recordarlo siempre. susana zazzetti.
ResponderEliminarSiempre imponente Osvaldo Bossi. Alfredo Lemon
ResponderEliminarLeo tantas veces la palabra risa en el poema y el sabor que me queda es triste. Qué arte hay que tener para lograrlo, Osvaldo.
ResponderEliminarSuscribo al comentario de Verónica Ruscio.
ResponderEliminarConmovedor como todos tus poemas, Osvaldo.