Poema de María Marta Donnet
No pude recorrer su cuerpo joven su cuerpo niña
su cuerpo susurro apacible
como una siesta
en el campo. La imagino flor silvestre el geranio
que imita la danza dentro de una maceta.
No pude ver el rocío ni la luna que la cubrió
la noche del despojo la noche
que maduró el dolor en sus entrañas.
No pude oler su pelo llovizna su pelo
oscuro como la tierra. No pude. Él sí.
El sí pudo. El hombre que lavó su cuerpo después
su cuerpo inocencia su cuerpo siesta. Y que envolvió
con una bolsa toda la niñez como si hubiera sido necesario
ocultar alguna mancha.
Él le robó la inocencia. La inocencia de ser
y de no seguir siendo. Niña boca ingenuidad
boca virginal i n m a c u l a d a.
Se llamaba Candela y no pude siquiera gemir su nombre
estallar su nombre. Nombre de humo en un tacho de basura.
Y así la amé. Y así la amo. A
ella y a todas las Candelas
que nos roba el cinismo y la sordidez.
Otra muerte pequeña.
Tan pequeña para algunos.
Tan irremediable para otros.
© María Marta Donnet
Etiquetas: María Marta Donnet
7 comentarios:
Desgarrador. Necesario
Excelente poema. Sentido homenaje: por ella y por todas las Candelas!. Alfredo Lemon
Durísimo poema, sobre una niña que no olvidamos, sobre el dolor que tantas Candelas sufren. Gracias
Justo en el blanco que nos desnuda y arrebata! Tan bárbara la ausencia de las niñas en manos sucias del depredador!
Duele y dolerá por siempre, tan enorme este poema, gracias, Irene.
Tremendo poema , gracias María Marta! Amalia M Abaria
Bello y desgarrador poema que nos recuerda y nos saca del olvido
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