1/3/23

Poema de Eduardo Alberto Planas

 


 

Febrero

 

Cuando desperté

ella estaba ahí

como esperando que no lo hiciera.

No hubo asombro ni nada

sólo que ella estaba ahí

y debía saberlo.

 

 Alguien puso su mano en mi  boca

y despacio empezó a sacarlo.

Todo va a estar bien, me dijo.

Después vino otro que extrajo

el acero que calmaba el dolor.

 

Pasaban las figuras más queridas

por el espejo deforme de los ojos,

como sombras de lo que eran.

Algunos asentían, otros no.

 

Entonces pensé

que lo que pesa

tan solo 21 gramos

puede irse en un momento.

No hay conciencia

en la negrura.

Solo eso.

Por doce horas estuvo

el corazón en transito.

 

No hay nada que no duela nada

y los hierros parecen asfixiar.

La piel se agrieta en sus bordes,

cortada por una navaja desafilada.

 

Poco a poco va menguando

y otros creen que ya pasó.

Pero no es así. Perdura.

Los brazos en cruz

¿resignación o fragilidad?

 

No hay sosiego en la quietud

ni vértigo en el abismo.

Demasiado pretencioso

es el cuidado de los tiempos

cuando solo hay olvido,

a pesar del recuerdo

de los que están,

la fotografía,

las palabras escritas

y el silencio.

 

Ahí está la cicatriz en medio del pecho.

Cuando me desnudo la veo.

El cuerpo parece haberla olvidado

pero yo no todavía.

 

© Eduardo Alberto Planas

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1 comentarios:

Anonymous Anónimo ha dicho...

El dolor, el temor, la resignación, y por fin la vida.¡Bravo!
saludos
Anahì Duzevich Bezoz

7 de marzo de 2023, 16:53  

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