No extraño ningún sueño:
añoro el don exhausto.
Las riendas, la legión,
esa palabra repetida.
Recuerdo claros viajes,
silencios prontuariados
(y había ciertas nubes
y puntos suspensivos).
La anécdota es la misma,
dios jazzero:
maldigo tus acordes.
Mendigo los silencios
y las noches,
esas que habrán de volarme
algún día
hacia algún fuego.
© Daniel Rafalovich
Ayyy qué inmenso poema Daniel. ❤🦋 Graciela Ballesteros
ResponderEliminarMuy potente Daniel! Alfredo Lemon
ResponderEliminarHermoso poema Daniel...abrazo
ResponderEliminarah, ese dios jazzero. Hermoso poema.
ResponderEliminarabrazo
claudia
Muchas gracias por los comentarios. Abrazos,
ResponderEliminarExcelente poema!!
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